Fue una época dura para mi. Era profesor de universidad y miembro del Partido Socialista de Chile con puesto de responsabilidad cuando fue el golpe militar ese fatídico 11 de septiembre del 73. Por una semanas logré escapar la persecución de las fuerzas armadas chilenas, pero finalmente dieron conmigo cuando volví a casa a ver a mi familia y un vecino se chivó. Pasé muchas semanas de palizas, torturas y cárceles secretas, que no voy a contar ahora ya que quiero centrarme en la parte positiva de la historia.
en las bodegas del Lebu
Después de zarpar y ya todos en la bodega del barco, me empecé a preocupar de lo que nos harían así que me acerqué a uno de los marinos y le dije:
“Me da la impresión que nos van a llevar a alta mar y nos van a fondear”.
“No, no se preocupe.” Me respondió. “Esta barcaza va bordeando el mar a lo largo de la costa.”.
Le miré no muy seguro de la respuesta. “Como sabe usted eso. Si no vemos nada.”.
Me miró con la misma cara que se mira a un niño y me dijo; “Por el movimiento del barco. Cuando el barco sale a alta mar oscila de popa y proa. Cuando va bordeando la costa oscila de babor a estribor. Nos llevan al norte, cerca de Iquique o Antofagasta donde hay campos de concentración.”. Efectivamente eso fue lo que ocurrió. Después de unos días navegando llegamos al puerto de Antofagasta donde desembarcamos rodeados de altas medidas de seguridad. Allí nos esperaban autobuses que nos trasladaron a mas de cien kilómetros de distancia hasta la antigua oficina salitrera de Chacabuco. Un antiguo pueblo minero en el desierto de Atacama convertido en el campo de concentración más grande de la dictadura.
Una mañana temprano Jorge irrumpió en la pequeña casa todo nervioso y excitado. Nos dijo que debíamos levantarnos e ir a la huerta y salió corriendo. Nos nos dijo nada más, así que me vestí a todo correr y me fui con algunos más a ver que pasaba en la huerta. Al llegar no vi nada especial. Todo estaba bien e igual que el día anterior. Después de un rato llegó Jorge con más compañeros algunos con cara de sueño. “¿Que pasa Jorge?”. Le pregunté. “No veo nada.”. Jorge me miró y a todos nos dijo; “No miren hacia abajo. ¡Miren hacia arriba!”. Todos levantamos la mirada y sorprendidos vimos que al viejo árbol le estaban saliendo hojas. Por un buen rato y en silencio todos observamos como el viejo del pueblo volvía a la vida. En un momento ese árbol se ganó el cariño, admiración y respeto de todos los que estábamos allí. Durante el día se corrió la voz por el pueblo prisión y un sin parar de hombres que parecían en procesión fueron a visitar y admirar la vuelta a la vida del viejo árbol.
De allí en adelante seguimos cuidando la huerta regándola con el agua que juntábamos al capturar la tenue niebla del desierto, pero nuestro tiempo y cariño fue hacia el viejo del pueblo. Ese árbol que contra todo lo que le había echado la vida, había sobrevivido y gracias a unas pequeñas gotas de agua había nuevamente sacado algunas hojas a la luz del sol. De nuestra ración de agua casi todos guardábamos un poco y durante la mañana, antes que el sol calentara la tierra, la echábamos alrededor del árbol. Cada vez tenía mas hojas y se convirtió en un árbol frondoso que nos ayudaba a proteger la huerta del sol del mediodía.
Era ya casi finales de marzo y un día vi al oficial de la marina hablando disgustado con el responsable del campo de concentración que era un capitán del ejercito de tierra. Este se giró de pronto y se fue dirección al edificio donde tenia su oficina. El oficial de la marina se quedó de pie junto al árbol como dudando. De pronto ocurrió otra cosa extraordinaria, que inclusive sacó al oficial de sus pensamientos y le hizo girarse hacia el árbol. Había un pequeño pájaro cantando entre las ramas. Poco a poco el ruido del ajetreo diario se detuvo y solo se podía oír el hermoso canto de esa ave que no debería estar en el medio del desierto de Atacama. El más seco y sin vida del mundo, pero allí estaba. Cantando como si todo estuviera perfectamente sin ningún problema en el mundo. Casi agradeciendo a todos por ayudar al viejo del pueblo.
Al día siguiente nos informaron que la marina había decidido sacar del campo de concentración de Chacabuco a todos sus prisioneros de entre los cuales me encontraba yo. Un día más tarde llegó un avión que me llevó junto a los otro sesenta y siete prisioneros de vuelta a Valparaiso. En el vuelo supimos que el oficial de la marina se había enterado de que la tristemente famosa caravana de la muerte del general del ejercito de tierra y gran hijo de puta, Arellano Stark, llegaría desde Santiago al campo de concentración después de pasar por las ciudades y pueblos más importantes con ordenes de Pinochet de detener a los cabecillas más destacados de la Unidad Popular de Allende y asesinarles. Cosa que también hizo sin dudar cuando llegó a Chacabuco dos días más tarde. Ese oficial de marina al sacar de allí a sus sesenta y ocho prisioneros me salvó la vida por algo muy castrense como el honor. Él era un caballero y no dejaría que un psicópata ignorante y sin honor como el general Arellano Stark asesinara a ninguno de sus prisioneros.
Nunca lo sabré, pero cuando después de muchos años me acuerdo de esos momentos, pienso que a lo mejor ese “honor” salió a relucir en la mente de ese oficial de marina, después de ver un árbol que debería estar muerto y un pájaro cantar alegremente que no debería estar en ese sitio tan alejado e inhóspito. La vida de pronto, tuvo valor.
¿Casualidad? De joven pensaba que sí. Ahora no estoy tan seguro y cada año estoy más convencido que realmente fue ese árbol, el viejo del pueblo el que me salvó la vida.
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¡Gracias!
Alejandro.
» … quiero centrarme en la parte positiva de a historia.»
Que triste, pero a la vez motivadora historia, de que a pesar de todo… siempre algo bueno puede nacer o renacer de lo malo…
Wuau…!!!
Me dejas sin palabras.
En la vida suceden cosas extraordinarias.
Impresionante Alejandro! Felicidades por este relato lleno de VERDAD Y ESPERANZA.Un Abrazo
Muy bueno Alejandro… Me imagino que que todos nos sentimos » el viejo del pueblo en algún momento» y también creó que todos deberíamos ser » gota » que ayuda a que vuelva a florecer.
Me gustan mucho tus relatos, todos son tan descriptivos de los lugares y del momento que puedo vivirlos cada uno de ellos en primera persona, como si yo estuviese en Chile, Argentina, Escocia o Inglaterra, pero el que más me llegó, el que me impresionó fue «el viejo del pueblo». Es una historia para no olvidar, para difundir, para que nos ayude a todos y todas en estos momentos a buscar una salida a esta crisis del planeta, y de salud, en la Naturaleza, en la sabiduría de las culturas ancestrales. ¡Precioso!
Que grande Paddy. No eres un mito sino una férrea voluntad de ser honesto de convicción y doctrina siempre.
Un orgullo conocerte.
Tito
Entrañable relato. Una crónica llena de corazón y mensaje de esperanza. Una vez más. Gracias, Alejandro 💖
Querido primo, me. Entristese mucho que todo esto paso a nuestra familia, son recuerdos que jamas se olvidaran de nuestra memoria. Yo al igual que tu eramos muy niños para darnos cuebta el horror que asolaba la familia agradezco esta historia
Y viva la vida!!!
Tu prima que te recuerda con cariño brigitte
Hola!!!
Me alegro mucho que te haya gustado el relato. Es verdad que no nos dimos cuenta, pero al final lo pudimos ver y contar. Es importante no olvidar para que así estas cosas no se repitan.
Un gran abrazo!!