El chico azul

Alberto Ahumada

Había una vez una pequeña criatura azul que vivía en un planeta verde. Si un humano llegase a ese planeta, se daría cuenta de que habían descubierto prácticamente lo mismo que nosotros. Sus costumbres eran parecidas, pero todo era, de alguna manera, más reducido, más pequeño. En su tribu, los exploradores que habían conseguido llegar a la luna más cercana en una nave eran famosos. Pero él quería llegar al planeta rojo, el planeta más cercano a ellos. Su nombre no ha trascendido, así que le llamaremos el chico azul.

el chico azul

A medida que crecía, logró que toda su tribu confiara en él para utilizar los recursos de todo un año y enviarlo al planeta rojo. El despegue fue un éxito y, a medida que veía al planeta verde hacerse más y más pequeño, sentía una creciente sensación de alivio. Su misión en el planeta era clara: descubrir el origen del tiempo. En teoría, fue en el Big Bang, pero, ¿y antes? El chico azul estaba obsesionado con desentrañar el origen del tiempo.

el chico azul

Al “aterrizar”, vio que el planeta rojo estaba completamente desértico, excepto por una gran estructura donde ponía:

“Cuando la ciencia aprenda del arte, conseguirás la respuesta”.

El chico azul regresó con su nave y, a medida que el planeta verde se hacía más y más grande, la nave temblaba cada vez más, hasta que… se detuvo en seco. El chico azul se miró las manos y, sin entenderlo del todo, sabía lo que había pasado: lo había hecho él. Él había detenido el tiempo porque, en el fondo, no quería volver. ¿Por qué hay que seguir? No quería que todo siguiese girando. Quería paz, quería detener el tiempo ahora, cuando todavía estaba en control de su nave y podía dirigirse a donde quisiera. No quería tener que tomar decisiones o afrontarlas, no quería tener que saber cómo solucionar cada problema y planear el futuro. No quería pensar en mañana.

Se quería quedar ahí, ahora, en un momento donde todo es posible porque nada había llegado. Quería detenerse en ese instante antes de que comenzase el tiempo, donde los colores todavía no se habían formado, y vivir ahí para siempre. Lo que el chico no sabía es que “para siempre” y “nunca jamás”, en un lugar donde no hay tiempo, es lo mismo. Y el chico azul nunca regresó al planeta verde, pero siempre sintió que todo era posible.

Autor: Alberto Ahumada Alonso-Alegre

Imágenes: CamenDejaHuella